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El crimen de Emely Peguero: el caso que estremeció a la República Dominicana y destapó una oscura trama de secretos familiares

El nombre de Emely Peguero quedó grabado en la memoria colectiva de República Dominicana como símbolo de un reclamo urgente por justicia y protección hacia las mujeres. Su historia, marcada por la tragedia, conmocionó a todo el país en agosto de 2017, cuando la adolescente de 16 años, embarazada de cinco meses, desapareció tras salir de su casa en Cenoví, provincia de Duarte, y días después fue hallada sin vida.

Aquella mañana del 23 de agosto, Emely le dijo a su familia que saldría para realizarse unos estudios médicos, pero nunca regresó. Horas más tarde, al notar su ausencia, sus padres denunciaron su desaparición. Lo que en un principio parecía un caso de extravío pronto se transformó en una investigación policial compleja, con múltiples indicios que apuntaban a una sola dirección.

Las sospechas se concentraron de inmediato en Marlon Martínez, el novio de Emely, quien entonces tenía 19 años. Fue la última persona que la vio con vida y su relato ante la policía presentó varias contradicciones. Además, Marlon era hijo de Marlin Martínez, una funcionaria con influencia política en la región, hecho que generó una fuerte atención mediática y sospechas de encubrimiento.

Con el avance de la investigación, las autoridades analizaron cámaras de seguridad, registros telefónicos y movimientos de vehículos vinculados al joven. Una de las pistas más reveladoras fue que, poco antes de la desaparición, Martínez había alquilado un departamento temporal, lo que llevó a los investigadores a pensar que allí pudo haber ocurrido algo relacionado con el caso.

Mientras tanto, Marlin Martínez se mostraba en los medios defendiendo a su hijo. En entrevistas televisivas pedía información sobre el paradero de Emely y sostenía que tanto ella como Marlon estaban colaborando con la búsqueda. Sin embargo, las pruebas comenzaron a contradecir sus declaraciones.

Tras más de una semana de intensa búsqueda, el país se paralizó: en una zona montañosa de Cayetano Germosén fue hallada una valija abandonada que contenía el cuerpo de la adolescente. El hallazgo provocó una profunda conmoción nacional y marcó un antes y un después en la lucha contra la violencia de género en República Dominicana.

La autopsia reveló que Emely había muerto como consecuencia de un aborto forzado y lesiones graves. Estos resultados llevaron a la inmediata detención de Marlon Martínez como principal sospechoso. Días más tarde, también fue arrestada su madre, acusada de haberlo ayudado a ocultar el cuerpo y manipular la escena del crimen.

La fiscalía demostró que el joven había elaborado un plan para obligar a Emely a interrumpir su embarazo, al que ella se había negado porque deseaba tener a su hijo. La investigación concluyó que Marlin Martínez participó activamente en el encubrimiento, facilitando recursos y coordinación para deshacerse de las pruebas.

El caso generó un fuerte impacto social, no solo por la brutalidad del crimen, sino también porque puso en evidencia los vínculos de poder que muchas veces obstaculizan los procesos judiciales. El juicio oral, realizado entre octubre y noviembre de 2018, reunió testimonios, peritajes y pruebas que confirmaron la responsabilidad de ambos acusados.

Finalmente, el 7 de noviembre de 2018, el Segundo Tribunal Colegiado de Duarte declaró culpable a Marlon Martínez de homicidio voluntario, aborto y ocultamiento de cadáver, condenándolo a 30 años de prisión. Su madre, Marlin, recibió 5 años de cárcel por complicidad y encubrimiento.

El crimen de Emely fue uno de los 153 femicidios registrados en República Dominicana solo entre enero y agosto de 2017, una cifra alarmante que expuso la magnitud del problema. Durante la búsqueda de la joven, incluso se descubrieron los cuerpos de otras dos mujeres desaparecidas, lo que evidenció un panorama de violencia estructural.

El padre de Emely, Genaro Peguero, habló tras conocerse la sentencia. En declaraciones a la BBC, expresó que su hija se había negado a abortar porque “quería tener al bebé” y que su relación con Marlon había sido “difícil”, aunque jamás imaginó que terminaría de esa forma. “La mataron porque no querían que tuviera a su hijo”, dijo con dolor, pidiendo justicia no solo por ella, sino por todas las jóvenes víctimas de violencia.

El caso de Emely Peguero sigue siendo un recordatorio del poder destructivo del machismo, pero también de la fuerza de una sociedad que exigió verdad y justicia. Su historia marcó un punto de inflexión en la conciencia pública dominicana y en la visibilización de los derechos de las mujeres y adolescentes.

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