Remolacha: Fuente Vital de Energía y Circulación – Receta Completa para Potenciar tu Salud

La remolacha, con su intenso color rojizo y su sabor ligeramente dulce, ha sido venerada desde la antigüedad por pueblos como los egipcios y los romanos, quienes la consideraban un verdadero alimento energético. Sin embargo, más allá de su paladar único, la remolacha es hoy valorada como “oxígeno natural para tu sangre”: un vegetal cargado de nitratos naturales que dilatan los vasos sanguíneos, favoreciendo el flujo de oxígeno a los tejidos y revitalizando nuestra energía tanto en el entrenamiento físico como en las actividades cotidianas. Además, su riqueza en vitaminas, antioxidantes y minerales la convierten en un ingrediente imprescindible para quienes buscan mejorar la circulación, cuidar su sistema cardiovascular y nutrir cada célula del cuerpo de manera natural.

En esta guía te compartiré una receta con remolacha –jugos y ensaladas– que integra sus hojas y su raíz, acompañada de una explicación detallada de sus beneficios, recomendaciones prácticas y toda la información necesaria para que te conviertas en un auténtico conocedor de este tesoro nutritivo. El texto fluye de manera continua, sin numeraciones en los párrafos, para que puedas disfrutarlo como si fuera una sola narración que abarca historia, ciencia y práctica culinaria.

Para preparar nuestro “Brebaje Vital de Remolacha”, necesitaremos los siguientes ingredientes frescos:

  • Dos remolachas medianas con su cáscara (preferiblemente orgánicas).

  • Un puñado de hojas de remolacha (si son tiernas, serán especialmente nutritivas).

  • Dos zanahorias de tamaño medio, peladas.

  • Una manzana verde, sin el corazón y picada en trozos.

  • Un trozo de jengibre fresco de aproximadamente un centímetro cubierto.

  • El jugo de medio limón recién exprimido.

  • Un pepino pequeño, pelado y sin semillas, cortado en rodajas.

  • Un vaso de agua filtrada (aproximadamente 200 ml).

  • Una cucharada de semillas de chía (opcional para espesar y añadir grasas saludables).

  • Una rama de apio (opcional, si deseas un toque extra de clorofila y minerales).

  • Hielo al gusto (para resaltar la frescura).

El primer paso consiste en revisar y lavar cuidadosamente las remolachas y sus hojas. Las remolachas se pelan con un pelador de verduras o, con cuidado, con un cuchillo afilado para retirar la cáscara externa. Una vez limpias, córtalas en trozos pequeños, de aproximadamente un centímetro, para facilitar el licuado o el prensado. Las hojas de remolacha, ricas en vitamina A, vitamina K y calcio, deben revisarse para eliminar tallos gruesos o partes marchitas. Con un chorro de agua corriente y un chorrito de vinagre de manzana, removemos cualquier posible residuo de tierra o pesticida, y luego las escurrimos bien.

Mientras tanto, pela las zanahorias y córtalas en trozos medianos. Las zanahorias aportan betacarotenos, que se transforman en vitamina A en el cuerpo, favoreciendo la salud ocular y la protección antioxidante. La manzana verde, además de una nota de dulzor natural que contrasta con la tierra de la remolacha, contiene pectina, una fibra soluble que colabora con la digestión y el equilibrio del colesterol. El trocito de jengibre fresco, al ser pelado y picado fino, añadirá un toque picante y sus propiedades antiinflamatorias. El pepino embellece la mezcla con su elevadísimo contenido de agua y su aporte de sílice, sustancia esencial para la síntesis de colágeno. Si decidimos sumarle una rama de apio, obtendremos mayor cantidad de potasio y un ligero efecto diurético, además de un sabor suave y refrescante.

Con todo listo, introduce en la licuadora las remolachas picadas, las hojas de remolacha, las zanahorias, la manzana, el jengibre, el pepino y el apio (si lo has elegido). Agrega el vaso de agua filtrada y, si deseas intensificar la consistencia, añade la cucharada de semillas de chía. Exprime el jugo de medio limón sobre la mezcla y, finalmente, incorpora unos cubos de hielo para conseguir una bebida fresca que admita los sabores con mayor suavidad. Licua a velocidad media-alta durante un minuto, hasta obtener un líquido homogéneo de color violáceo intenso con matices rosados, reflejo de la exuberante presencia de betalaínas de las remolachas.

Antes de servir, prueba con una cuchara; si resulta muy espeso, puedes aligerar con un poco más de agua filtrada. Si te sabe muy terroso o “demasiado natural”, puedes añadir otro cuarto de manzana verde o, según tu tolerancia, un chorrito de miel pura de abeja para balancear la acidez y dar una sensación más dulce. El resultado debe ser un jugo que combine el dulzor suave de la remolacha y la manzana, el frescor del pepino y la nota picante del jengibre, con un toque cítrico dado por el limón que despierta tus papilas gustativas. Vierte el jugo en vasos altos y decora con una rodaja fina de pepino o una pequeña ramita de menta fresca para realzar el aroma.

Este “Brebaje Vital de Remolacha” no solo es un cóctel nutritivo; es un verdadero concentrado de oxígeno para tu sangre. Los nitratos naturales de la remolacha se convierten en óxido nítrico en el organismo, un vasodilatador que ayuda a relajar las paredes de los vasos sanguíneos, mejorando el flujo sanguíneo y reduciendo la presión arterial. Por esta razón, muchos deportistas incorporan jugo de remolacha en su rutina, pues facilita la llegada de oxígeno a los músculos y optimiza el rendimiento durante entrenamientos de alta intensidad o de resistencia prolongada. Más aún, el óxido nítrico no solo amplía las arterias, sino que también previene la agregación plaquetaria, reduciendo la formación de coágulos y protegiendo la salud cardiovascular a largo plazo.

Las hojas de remolacha, a menudo descartadas, poseen un contenido excepcional de vitamina K, esencial para la coagulación sanguínea adecuada, y de hierro y calcio, imprescindibles para la formación de hemoglobina y para el fortalecimiento óseo. Al licuarlas junto a la raíz, garantizamos que sus nutrientes se distribuyan de manera equilibrada y que la concentración de hierro vegetal (no hemo) se combine con la presencia de vitamina C del limón, logrando así una mejor absorción intestinal. De esta forma, quien necesite elevar sus niveles de hierro (por ejemplo, personas con anemia leve o mujeres en edad fértil) encontrará en esta bebida un aliado excepcional.

Por otro lado, la presencia de zanahoria y jengibre contribuye a un efecto antioxidante y antiinflamatorio que no debe subestimarse. Las zanahorias agregan beta-caroteno que, además de proteger la vista, ayuda a reforzar el sistema inmunitario. El jengibre, conocido desde la antigüedad por sus virtudes para aliviar náuseas y mejorar la digestión, potencia la circulación sanguínea y reduce la inflamación muscular, funcionando como complemento perfecto en un día de entrenamiento intenso o de actividad física rutinaria.

Tras disfrutar de tu “Brebaje Vital de Remolacha” en ayunas o antes de la actividad física, puedes complementar tu almuerzo con una ensalada templada de remolacha asada y hojas verdes, que repasaremos a continuación. Para ello, precalienta el horno a 200 °C y prepara las remolachas restantes. Lava dos remolachas medianas y, con cuidado, envuélvelas en papel aluminio o colócalas sin cobertura en una fuente apta. Hornea durante 45 minutos o hasta que estén tiernas al pincharlas con un palillo. Si prefieres un sabor más ahumado, retira el aluminio y permite que se doren ligeramente en el horno durante los últimos diez minutos. Deja enfriar unos minutos, luego pela las remolachas y córtalas en rodajas o cubos.

Mientras las remolachas se asan, selecciona un manojo de hojas de espinaca fresca y otra mitad de hojas de remolacha. Lávalas bien y escúrrelas; retira tallos muy gruesos. Prepara también media taza de queso feta desmenuzado o queso de cabra, y un puñado de nueces tostadas (aprox. 30 g). Para el aderezo, mezcla en un frasco pequeño el jugo de un limón, dos cucharadas de aceite de oliva virgen extra, una pizca de sal marina y una pizca de pimienta negra recién molida. Agita hasta que emulsione ligeramente.

En un recipiente amplio, coloca primero las hojas verdes y las hojas de remolacha. Sobre ellas, acomoda los cubos o rodajas de remolacha asada y distribuye el queso feta de manera uniforme. Agrega las nueces tostadas que aportan grasas saludables, vitamina E y una textura crujiente que contrasta con el resto de los ingredientes. Finalmente, rocía el aderezo de limón y aceite de oliva sobre la ensalada templada y revuelve cuidadosamente para combinar los sabores.

Esta ensalada es un plato completo: las remolachas asadas preservan sus nitratos naturales, mientras que las hojas verdes refuerzan el contenido de hierro y vitamina K. El queso aporta proteínas y calcio, y las nueces añaden ácidos grasos omega-3 que reducen la inflamación y mejoran la salud cardíaca. El aderezo de limón aumenta la biodisponibilidad de hierro vegetal y potencia el efecto antioxidante de la ensalada. Al comer esta guarnición, no sólo refuerzas la acción del jugo matutino, sino que continúas reciclando nitratos a lo largo del día, optimizando la entrega de oxígeno a cada célula.

Alrededor de media hora después de este almuerzo, es habitual notar un ligero aumento de los niveles de energía y una sensación de ligereza digestiva, gracias a la combinación de fibras de verduras, la proteica del queso y las grasas saludables de las nueces. Si tu objetivo es bajar la presión arterial o mejorar tu capacidad aeróbica, consumir esta ensalada al menos tres veces a la semana garantizará un suministro constante de nutrientes esenciales para el funcionamiento cardiovascular.

A media tarde, cuando aparece ese bajón típico de la tarde, puedes preparar un “Dip de Hojas de Remolacha” que sirve como acompañamiento para palitos de zanahoria y apio. Para ello, toma un puñado de hojas de remolacha bien lavadas y un diente de ajo pequeño, pelado. Colócalos en el vaso de la licuadora junto a un yogur natural (150 ml) y una cucharada de aceite de oliva virgen extra. Agrega una pizca de sal marina y una pizca de pimienta negra. Licúa a velocidad media hasta obtener una crema uniforme de color verde oscuro. Si prefieres una textura más espesa, añade unas cucharadas de queso crema bajo en grasa y mezcla de nuevo.

El resultado será un dip germinado en ácido fólico, hierro y potasio. Las hojas de remolacha actúan como un extracto concentrado de nutrientes, mientras que el yogur aporta probióticos que mejoran la salud intestinal y refuerzan la absorción de lactosa. El ajo proporciona compuestos sulfurados que promueven la circulación y previenen la formación de coágulos. Acompaña este dip con palitos crujientes de zanahoria, apio o pepino, asegurando una merienda ligera que refuerza el sistema circulatorio y evita picos de glucosa.

Para la cena, una opción deliciosa y regeneradora es preparar tortillas de remolacha y avena. Comienza por licuar una remolacha mediana cocida con dos claras de huevo y media taza de copos de avena. Añade una pizca de sal marina y una pizca de cúrcuma en polvo para intensificar el valor antioxidante. Vierte la mezcla en un recipiente y deja reposar cinco minutos para que la avena absorba el líquido y obtenga mayor consistencia. Calienta una sartén antiadherente a fuego bajo con una pizca de aceite de coco. Con una cuchara sopera, deposita porciones de la mezcla en la sartén y aplánalas un poco con el dorso de la cuchara, formando pequeñas tortitas circulares. Cocina cinco minutos por lado, hasta que estén doradas y firmes.

Estas tortillas, ligeras pero saciantes, concentran nuevamente betalaínas de la remolacha, fibras de la avena y proteínas de las claras. Son ideales para quienes desean una cena que no sobrecargue el sistema digestivo y, al mismo tiempo, aporte un buen perfil nutricional que mantenga estable el flujo sanguíneo. Puedes acompañarlas con un poco de guacamole casero (puré de aguacate con cilantro, cebolla morada y un chorrito de limón) para añadir grasas monoinsaturadas que fortalecen las arterias y contribuyen a la producción de óxido nítrico en combinación con los nitratos naturales de la remolacha.

A lo largo del día, la cantidad de remolacha consumida suma un aporte significativo de fibra, vitaminas (especialmente folato y vitamina C), minerales (potasio, magnesio, hierro) y betalaínas, compuestos con actividad antiinflamatoria y efecto desintoxicante. Esta cúmulo de nutrientes, repartido en zumos, ensaladas, dips y tortillas, garantiza que el organismo tenga a disposición un abanico de moléculas necesarias para mejorar la circulación sanguínea, aumentar la oxigenación celular, regenerar el hígado y nutrir la flora intestinal.

Explicaremos con más profundidad los beneficios de la remolacha que sustentan este plan integral:

Nitratos naturales y dilatación de vasos sanguíneos: La remolacha contiene altas concentraciones de nitratos inorgánicos que, al ser ingeridos, se transforman en nitritos y luego en óxido nítrico. Este gas mensajero relaja el músculo liso de los vasos sanguíneos, provocando su dilatación y reduciendo la resistencia al flujo sanguíneo. Como consecuencia, disminuye la presión arterial y mejora la perfusión en órganos vitales, como el corazón, el cerebro y los músculos esqueléticos. Esta acción es especialmente apreciada por deportistas de resistencia y personas con hipertensión leve.

Transporte de oxígeno y revitalización de la energía: El aumento del óxido nítrico no solo dilata vasos, sino que incrementa la eficiencia con la que los glóbulos rojos transportan el oxígeno. Esto se traduce en un menor costo energético para el mismo ejercicio, una recuperación más rápida tras entrenamientos y una mayor sensación de vitalidad en el día a día. Personas que acostumbran a sentir pesadez en las piernas o fatiga temprana notan cambios notorios al iniciar un consumo regular de remolacha.

Vitaminas y antioxidantes: La remolacha es rica en folato, esencial para la división celular y el correcto funcionamiento del sistema nervioso. La vitamina C, presente en mayor concentración en las hojas, actúa como antioxidante que neutraliza radicales libres, previniendo el envejecimiento prematuro de las células de la piel y de los vasos sanguíneos. Los compuestos llamados betalaínas (betacianina y betaxantina) son pigmentos con gran capacidad antioxidante y antiinflamatoria, que reducen el estrés oxidativo sistémico. Incorporar remolacha en jugos y comidas ayuda a bajar marcadores de inflamación, mejorando la salud de la piel y disminuyendo el riesgo de enfermedades crónicas.

Hojas de remolacha comestibles: Muchas veces se descartan, pero las hojas son sumamente nutritivas. Contienen calcio, hierro, magnesio y luteína, un carotenoide que protege la salud ocular. Al licuarlas o cocinarlas ligeramente, aprovechamos su carga mineral para reforzar la formación de glóbulos rojos y fortalecer la densidad ósea. Asimismo, su contenido de fibra insoluble ayuda a mejorar el tránsito intestinal y a prevenir el estreñimiento, lo que repercute indirectamente en un mejor estado de la piel al eliminar toxinas más eficientemente.

Mejora de la función hepática: Las betalaínas ejercen un leve efecto desintoxicante sobre el hígado, al estimular la producción de enzimas que participan en la fase II de la desintoxicación hepática. Así, el hígado procesa más eficazmente medicamentos, alcohol y residuos metabólicos, evitando la acumulación de toxinas que, a largo plazo, pueden provocar estrés hepático y graves afecciones. Complementar la remolacha con cúrcuma y jengibre en la dieta, como lo hacemos en el dip y el aderezo, potencia aún más la protección hepática.

Protección cardiovascular y prevención de coágulos: Al incentivar la producción de óxido nítrico, la remolacha reduce el riesgo de trombosis leve. Además, al mejorar la relación entre colesterol LDL (“malo”) y HDL (“bueno”), ayuda a prevenir la formación de placas ateromatosas. El consumo regular de remolacha y de aceite de oliva (presente en nuestros aderezos) disminuye la inflamación de las arterias y promueve una circulación fluida, reduciendo el riesgo de infartos de miocardio y accidentes cerebrovasculares.

Hidratación y equilibrio electrolítico: Con un 87 % de agua en su composición, las remolachas favorecen la hidratación celular. Su contenido de potasio ayuda a equilibrar los niveles de sodio en el organismo, facilitando la conducción de impulsos nerviosos y evitando calambres. Esto resulta muy valioso en climas cálidos o tras entrenamientos intensos, donde la pérdida de electrolitos puede generar fatiga, debilidad muscular o incluso desmayos.

Apoyo al rendimiento deportivo: Diversos estudios han demostrado que consumir jugo de remolacha cruda (aprox. medio litro) una o dos horas antes del ejercicio reduce el consumo de oxígeno en intensidad moderada, aumentando la capacidad aeróbica y prolongando el tiempo hasta la fatiga. Los corredores, ciclistas y deportistas de resistencia han integrado este hábito para alcanzar mejores marcas y recuperarse con mayor rapidez. En nuestra receta, al combinar remolacha con zanahoria y jengibre, sumamos un efecto antiinflamatorio post-entreno que alivia micro lesiones, reduciendo el dolor muscular tardío.

Balance hormonal y función renal: El potasio y el magnesio que aporta la remolacha regulan la función renal, promoviendo la excreción de toxinas y evitando la retención de líquidos. Esto resulta esencial para mantener niveles adecuados de presión arterial y para prevenir cálculos renales. Asimismo, el ácido l-ascórbico (vitamina C) neutraliza compuestos oxidantes en el riñón, disminuyendo el estrés oxidativo y previniendo posibles daños a largo plazo.

Apoyo a la salud ósea: Las hojas, ricas en calcio y magnesio, afianzan la estructura ósea. Consumirlas en licuados, ensaladas y tortillas, fortalece los huesos y ayuda a prevenir la aparición de osteoporosis en etapas posteriores de la vida. A la vez, la folacina de las hojas contribuye a la maduración de osteoblastos, las células responsables de formar nuevo tejido óseo.

Mejora del brillo y la textura de la piel: Gracias a su efecto antioxidante y circulatorio, la remolacha renueva la piel desde su interior. Una circulación sanguínea óptima asegura que los nutrientes lleguen con facilidad a las capas más profundas de la dermis, estimulando la producción de colágeno y elastina. Además, la hidración celular que aporta evita la formación de arrugas finas y previene la piel seca y escamosa. El jugo de remolacha aplicado de manera tópica en mascarillas ligeras (mezclado con yogurt natural) puede atenuar manchas y aportar luminosidad al rostro.

Regulación del sistema digestivo: La fibra soluble e insoluble de las remolachas y las zanahorias promueve un tránsito intestinal armónico, evitando el estreñimiento y favoreciendo un microbioma intestinal saludable. Un intestino en equilibrio produce menos toxinas que puedan reabsorberse y afectar la piel o generar inflamación sistémica. Adicionalmente, las enzimas del pepino y el limón estimulan la secreción de jugos gástricos, mejorando la digestión y reduciendo la sensación de pesadez tras las comidas.

Fortalecimiento del sistema inmunológico: La riqueza en vitamina A, vitamina C y betalaínas convierte a la remolacha en un refuerzo inmunitario natural. Estos nutrientes estimulan la producción de glóbulos blancos, mejoran la función de los macrófagos y potencian la respuesta inmunitaria frente a virus y bacterias. Incluir remolacha de manera regular ayuda a disminuir los episodios de resfriados y gripes, especialmente en temporadas de cambios climáticos.

Prevención de enfermedades crónicas: Gracias a su efecto reductor de inflamación y su capacidad para mejorar la presión arterial y el perfil lipídico, integrar remolacha en la dieta contribuye a minimizar el riesgo de padecer diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer asociados al estrés oxidativo crónico, como el cáncer de colon. Por otro lado, las betalaínas actúan como compuestos quelantes que pueden proteger los tejidos del daño de metales pesados, un factor de riesgo en entornos contaminados.

Tras revisar todos estos beneficios, es evidente que la remolacha merece un lugar destacado en cualquier cocina saludable. Ahora bien, conviene tener en cuenta algunas recomendaciones prácticas para aprovechar al máximo sus propiedades:

Conservación de nutrientes: La remolacha pierde una pequeña parte de su contenido de vitaminas y antioxidantes cuando se somete a calor prolongado. Por ello, asarla a 200 °C durante 45 minutos (envuelta en aluminio) resulta más aconsejable que hervirla, ya que en el hervor se disuelven nutrientes solubles en agua. Si decides hervirla, hazlo en la menor cantidad de agua posible y utiliza ese agua para preparar caldos o sopas, aprovechando los compuestos filtrados.

Sincronía con el ciclo circadiano: Para potenciar su acción vasodilatadora, resulta ideal consumir jugo de remolacha en ayunas o una hora antes de la actividad deportiva, cuando el cuerpo está en su fase de mayor tensión adrenal. Esto asegura que los nitratos naturales se conviertan con eficacia en óxido nítrico para aumentar el rendimiento físico. La preparación de la ensalada templada puedes dejarla lista desde la mañana en el refrigerador, de modo que al mediodía solo la calientes ligeramente para mantener sus propiedades intactas.

Hidratación complementaria: Aunque la remolacha aporta hidratación, es esencial acompañar su consumo con agua filtrada durante el día. Un truco sencillo consiste en alternar sorbos de agua con sorbos de jugo de remolacha para asegurar una ingesta constante de agua y evitar picos de solutos en el riñón. De esta manera, prevenimos que la orina se concentre excesivamente y crezcan cristales que puedan derivar en cálculos renales.

Moderación en caso de hiperuricemia: Las personas que sufren de niveles elevados de ácido úrico deben moderar el consumo de remolacha, ya que contiene purinas que pueden convertirse en ácido úrico. Si tienes gota o ries go de desarrollar hiperuricemia, lo ideal es limitar la remolacha a dos veces por semana y en porciones moderadas, preferiblemente combinada con verduras de bajo contenido purínico, como la calabaza o el calabacín. De cualquier forma, siempre es aconsejable consultar con un nutricionista o médico antes de iniciar un plan intensivo.

Adaptación a paladares reacios: Si no te agrada el sabor terroso de la remolacha, prueba alternar el jugo con salsa de tomate natural o agregar un chorrito extra de limón y una pizca de pimienta cayena para enmascarar esa nota “a tierra”. También puedes combinar remolacha con zanahoria en proporción de dos a uno para suavizar el perfil de sabor. Conforme te acostumbres a sus matices, podrás apreciar la dulzura sutil y sus matices terrosos como parte de su encanto nutricional.

Variedades y colorantes naturales: Existen remolachas de varios tonos, desde el rojo oscuro hasta la variedad “dorada”. La coloración dorada tiene un contenido ligeramente inferior de betalaínas, pero aporta mayor concentración de vitamina C. Si deseas variar tu dieta, alterna ambas versiones para equilibrar los nutrientes y obtener un espectro más amplio de antioxidantes. Asimismo, en temporada de hojas tiernas, puedes preparar un pesto de hojas de remolacha con ajo, nueces y aceite de oliva, combinándolas con pasta integral o como dip para verduras.

Por último, es valioso entender que la remolacha no es un nutriente milagroso que cure instantáneamente, sino un componente que, insertado en un estilo de vida saludable – ejercicio regular, sueño reparador, manejo adecuado del estrés y alimentación equilibrada – puede convertirse en un eje central para el bienestar. A lo largo de estas dos mil palabras has comprobado cómo la remolacha, raíz y hoja, se adapta a múltiples recetas – zumos, ensaladas, dips, tortillas – y de qué manera cada molécula que contiene actúa en sinergia para mejorar la circulación, potenciar el transporte de oxígeno, reducir la inflamación, equilibrar la presión arterial, desintoxicar el hígado y nutrir la piel.

Atrévete a llevar este plan a tu cocina. Prepara el “Brebaje Vital de Remolacha” a primera hora, disfruta tu ensalada templada al mediodía, picotea un dip de hojas en la tarde y cierra el día con una tortilla ligera de remolacha. Observa cómo, al cabo de una semana, tus niveles de energía aumentan, tu piel se ve más luminosa, tu descanso nocturno mejora y, si eres deportista, tu rendimiento se nota más fluido. Con el tiempo, entenderás que la remolacha no solo es un “oxígeno natural para tu sangre”, sino un pilar fundamental de salud que actúa de manera integral, renovando tu cuerpo desde adentro. ¡Salud y vitalidad en cada sorbo y en cada bocado!

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